No Todo Vale Ni Combina: Cortes De Pelo, Barbas, Bigotes, Y Perillas
No todo vale a la hora de combinar cortes de pelo, bigotes, barbas o perillas. Debemos tener en cuenta qué transmite cada uno de ellos para enviar un mensaje conjunto que sea “coherente” sobre quien, y cómo somos, para tener una imagen consecuente y estable que no despierte recelos o desconfianza sobre nosotros o nuestras actitudes en un primer encuentro visual ya sea frente a una posible pareja, un futuro trabajo, cliente…

Científicamente se ha demostrado que tardamos entre 5 y 15 segundos en hacernos una opinión sobre una persona que vemos por primera vez, y lo hacemos por su exterior, por sus expresiones, por su lenguaje corporal, y por la coherencia o no de su imagen en conjunto. Si esa primera impresión que causamos es negativa revertirla nos costaría demostrar, si nos dan esa oportunidad, que poseemos hasta 8 cualidades positivas para contrarrestar nuestra mala primera impresión. Ahora traslada esto al ámbito profesional, sentimental, sexual y personal, y valora la importancia de ser o no coherentes en nuestra imagen, de ser conscientes del mensaje que transmitimos con ella.
Y es que cada corte de pelo, cada tipo de barba, cada bigote o perilla envía un mensaje concreto a los demás sobre nosotros mismos nos guste o no, te percates y seas consciente de ello o no, y estés o no de acuerdo con su significado o con lo que los demás puedan deducir sobre ti por llevar uno u otro corte de pelo, barba, bigote o perilla. Por ejemplo, nada tiene que ver lo que transmite una cresta en el pelo a un corte clásico sobre nuestro estado emocional y estabilidad.

Una cresta en el pelo muestra un estado emocional defensivo, es decir, que de alguna manera nos sentimos atacados o que podemos serlo en cualquier momento. Una cresta es un mensaje para que no se metan con nosotros, y que de hacerlo traerá consecuencias, de ahí el cuerno simbólico con el que atacaríamos.
Y es que cada uno escogemos consciente o inconscientemente nuestro corte de pelo con una intencionalidad, nuestro tipo de barba, nuestro bigote o perilla para encajar en la idea de quienes somos, de como queremos ser o a quien nos queremos parecer. Es decir, que escogemos un perfil que siempre va a estar entre valores más clásicos, o más modernos, y dentro de estas dos categorías a su vez se encajan otras subcategorías que dan lugar a las distintas “manadas”, “tribus urbanas” o “grupos sociales” que se dan en un tiempo concreto en la sociedad, y esto viene ocurriendo desde tiempos inmemorables.
Así por ejemplo en la época victoriana nada tiene que ver las barbas y bigotes que llevaban las clases burguesas, la realeza, o el pueblo llano. Y en cierta manera a día de hoy ocurre lo mismo aunque no siempre se da por la clase social a la que uno pertenece ya que desde que la música se convirtió en la representación de un estilo de vida y una actitud ante el mundo surgieron otros grupos sociales, las llamadas “tribus urbanas” que se definen más allá de su nivel adquisitivo.

Hay un momento en nuestra vida que tenemos claro como queremos ser, y cuando eso ocurre necesitamos que nuestro exterior lo represente y lo proyecte a los demás, con nuestra manera de vestir, de llevar el pelo y actuar, pues pretendemos que sea reflejo de nuestro yo interior, de la persona en la que nos queremos convertir. Lo único es que cada cierto tiempo sufrimos evoluciones en nuestra manera de ver el mundo, y entonces nos vuelve a surgir la necesidad de buscar esa coordinación con nuestra imagen exterior y lo que proyecta a los demás sobre nosotros.
Los cortes, las barbas, los bigotes o incluso las perillas se escogen para que reflejen algo sobre nosotros, sobre lo que somos, sobre lo que queremos ser o representar de cara a los demás; sobre nuestras virtudes y defectos en una codificación que encaja siempre dentro de algún estilo que viene a representar algo concreto (virtudes, principios, nivel adquisitivo, clase….), y con el cual nos queremos integrar dentro de una determinada “manada” para que esta nos acepte como uno más, como un igual; pues los seres humanos somos seres sociales con necesidad de integración en algún grupo más allá del familiar, e imitamos como mejor halago hacía otros cuando sentimos admiración por alguien o nos queremos integrar; por ello son los deportistas y cantantes de mayor éxito los que ponen de moda actualmente siempre algún corte de pelo, tipo de barba, bigote…. Las modas no las establecen los más listos, ni los ricos, ni las mejores personas, tampoco son los ingenieros más sobresalientes, ni los médicos más resolutivos o brillantes, ni los científicos más avezados.

Nada es casual, y menos que tomemos como modelo a los más “alfas”, aunque no siempre uno puede adaptar su corte de pelo o peinado a sus circunstancias sociolaborales, sino habría aún más gente que los imitaría, pero no lo hacen porque sus cortes de pelo, sus barbas o bigotes envían mensajes demasiado agresivos y transgresores fruto de su desequilibrio de testosterona. Por norma los adultos prefieren transmitir estabilidad y control emocional para mostrar fiabilidad ante sus jefes o clientes lo cual les reporta mayores beneficios en el corto y largo plazo.
No es casual tampoco que durante la adolescencia los hombres que estamos sobrecargados de testosterona, por norma general, nos inclinemos por cortes de pelo más radicales como el pelo de punta o las crestas que representan defensas como un cuerno o unas púas de manera muy simbólica. Tampoco es casual que los hombres de más de 45 años opten por cortes y peinados más conservadores como el capeado de 4 a 6 cm, el corte clásico, o el corte clásico anglosajón; ni tampoco es casual que cuando somos menores de 11 años nuestras madres nos hagan ir con cortes de pelo más ambiguos en lo sexual, llevándonos con el pelo largo en capeado o igualación de más de 8 cm o bien con un corte clásico y la raya de lado. Nada de eso es casual, sino no se repetiría una y otra vez desde hace décadas y en distintos países bajo el paraguas de una cultura occidental que nos es común. Por algo sucede, y así lo demuestran estudios muy diversos sobre sociología y psicología.
Por ello cuando escogemos un corte de pelo y al tiempo nos dejamos barba, bigote o perilla debe encajar está también con el mensaje que ya estábamos enviando con nuestro pelo. Sino entraríamos en una contradicción, en una incoherencia visible ante los demás. Te imaginas a hombre con una gran cresta en el pelo, y al tiempo que llevara una barba larga victoriana cuidada con sumo mimo??? Sería como ver a alguien con un traje sumamente elegante y caro, y que llevara al tiempo un reloj casio y unos malos y feos zapatos. Ello produciría una falta de coherencia que despertaría el recelo de quien lo vea a primera vista y tenga que tratar con él sino lo conoce. Imagínate como lo recibiría el director de un banco que tuviera que valorar el darle o no un préstamo hipotecario. Hay combinaciones que no pegan, que no van, que son una contradicción de mensajes, y que por tanto nos restan coherencia a los ojos de quien nos ve por primera vez especialmente, lo cual causa recelo y desconfianza por nuestra apariencia.

Nuestro pelo refleja mucho sobre nuestra estabilidad emocional, y sobre como somos o estamos en un momento dado. Esta imagen es una contradicción de mensajes en sí, pero entendemos que su corte de pelo pueda ser un estado defensivo al tratarse de un futbolista, y que al tiempo en él se den tal vez valores tradicionales en el terreno personal o familiar. Él lo puede llevar así, pero si se tratase de un comercial, un director gerente o cualquier profesional que tratase con el público sería impensable, y eso es algo que todos tenemos claro.
Con todo esto quiero decir que claro que podéis llevar la barba, bigote o perilla con el corte de pelo que queráis llevar, pero con ello vais a enviar un mensaje a los demás, os guste o no os guste, y lo percibáis vosotros o no, y por el cual te van a juzgar a primera vista, y siempre y cuando seas consciente de que mensaje envías puedes hacerlo y acarrear esas consecuencias conscientemente.

Las personas que quieren pasar por pintorescas (dignas de ser retratadas) a día de hoy la psicología les reconoce un trastorno histriónico de la personalidad por la cual quieren llamar la atención de los demás. Ser pintoresco equivale a no adaptarse socialmente, a querer llamar la atención cosa que resulta en sí poco atractiva para un empleado visto desde la perspectiva empresarial salvo para profesiones muy liberales o artísticas donde se utiliza como recurso para llamar la atención conscientemente sobre su obra, su negocio o trabajo. A las posibles parejas o amistades tampoco les resulta especialmente atractiva la idea de estar con alguien “pintoresco” salvo que tenga el mismo desorden en su personalidad y quieran llamar la atención también.
Yo me empeño mucho en extender y argumentar ese concepto de “Psicobarbería” porqué veo un lenguaje de comunicación común en occidente en como nos cortamos o arreglamos el pelo, y lo que transmitimos o queremos transmitir con ello, seamos o no conscientes de dicho mensaje, pues somos seres sociales y que intentan integrarse con los demás mediante la imitación. Queremos y necesitamos formar parte de una u otra manada, tribu urbana o grupo social, y que esta nos acepte al vernos como un igual algo que se percibe en como llevamos el pelo, el tipo de ropa, en como vivimos, en como nos divertimos… no coincidimos por casualidad en gustos que se repiten una y otra vez a miles de kilometros de distancia unos de otros, nada es casual, y todo tiene su porqué.

En países no occidentalizados como pudiera ser Kenia o algún otro país de Africa nuestra imagen no la asociarían a ningún grupo social, tribu urbana o manada concreta salvo “occidentales” pues ellos tienen otra codificación concreta en su pelo y sus ropas basada en su propia cultura igualmente ancestral.
Encontrar un estilo propio y que refleje como te sientes o quien quieres ser en apariencia o consonancia con tu interior no es tarea fácil ni rápida, además según crecemos intelectualmente dejamos de ser los que éramos y nuestro corte lo normal es que tenga que evolucionar con nosotros para que así podamos tener una apariencia armónica y coherente que siempre es lo deseable y lo que mayor satisfacción nos va a producir a nosotros mismos. En otras palabras… tomamos otros ejemplos a seguir, cambiamos de tribu urbana. Puede que de pequeño te gustasen los “Ramones” y llevaras el pelo como ellos, y cuando creciste y te tuviste que incorporar al mundo laboral evolucionases y tomases otros grupos como ejemplo a seguir, y copiases inconscientemente su look, y así cada cierto tiempo se producen cambios en ti, evoluciones en tu manera de pensar, de sentir al ir evolucionando cognitivamente y estableciendo nuevas redes sinápticas en tu cerebro que te llevan a contemplar otras perspectivas sobre el mismo echo.

Nos guste o no aceptarlo nuestra mente evoluciona en un momento dado sobre los 22 o 23 años cuando se termina de desarrollar el neocortex prefrontal que nos permite pensar a más largo plazo, y con ellos somos capaces de darnos cuenta que codificar el mensaje que enviamos con nuestra ropa y pelo nos da cierta ventaja para conseguir nuestras metas en la vida. No es casual que pintores, barberos, peluqueros, estilistas, poetas… tengan un look más pintoresco que el resto de profesionales. No es casual que todos los que salen a ligar el fin de semana codifiquen su corte de pelo y ropa de ciertas maneras muy concretas que por norma nada tienen que ver con como visten o se peinan por semana cuando acuden a sus trabajos. Salimos todos igual, o casi, si preguntas a alguna chica te lo confirmará.
Las barbas clásicas como son la “hipster victoriana” o la “barba colonial” que son las dos únicas que han resistido bien el paso del tiempo poniéndose de moda actualmente si te fijas se llevan con cortes que también son clásicos (clásico, clásico anglosajón, capeado corto), y con disminuciones también clásicas en el contorno. Así mismo junto con estos cortes clásicos se puede llevar un bigote más clásico, de esos que aún hoy en día resultan algo pintorescos, pero no se podrían llevar con una cresta o con el pelo de punta pues sería un mensaje contrapuesto, contrario, y que causaría una imagen incoherente. En cuanto al tipo de perilla nos ocurre lo mismo, no todos los cortes de pelo y peinados la pueden encajar y dar coherencia al tiempo. En otro artículo intentare marcar claramente las diferencias entre lo que resulta pintoresco y clásico en cuanto a las barbas, bigotes y perillas pues a veces puede resultar fácil confundirse y no saber que imagen transmitimos a los demás.
Por norma los cortes de pelo y peinados clásicos van con barbas clásicas, y los cortes más modernos suelen pegar más con las barbas desarrolladas en el siglo XX como pueden ser la barba de comercial, la barba de ejecutivo o bien las barbas minimalistas. Las perillas rectas o abiertas van más con cortes clásicos de pelo, y las que van más hacía dentro o con forma de tridente irían siempre mejor con cortes modernos del siglo XX (disminuciones a máquina con efectos tipo sombreado o desvanecido) si buscamos tener coherencia en nuestra imagen.
Tenemos que verlo como combinar la ropa, seguro que ya sabes que no has de combinar cuadros con rayas por lo chocante que resulta el contraste para nuestro cerebro. Puede que tu mismo te dieras cuenta al verte alguna vez frente al espejo, o puede que te lo dijera tu madre o tu novia. Bien pues con el pelo ocurre lo mismo, y sino basta con que recrees en tu mente alguno de los ejemplos que te he puesto para ver y sentir que si vieras a alguien así te resultaría incoherente, y no te fiarías de él si lo vieras por primera vez
Si buscas un buen corte de pelo, la seguridad de dar coherencia a tu pelo, un buen arreglo de barba, tal vez un cambio de look… ya sabes donde puedes localizar La Barbería de Santo Domingo en Oviedo, una barbería para clientes como tú.
Ismael, The Barber